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jueves, 5 de abril de 2007

EL MODELO DE JUAN PABLO II (5 - ABRIL - 2007)

La madrugada del 31 de agosto de 1939, a las 4.47 horas y desde el puerto de Gdansk, los catorce cañones del acorazado alemán “Schleswig Holstein” rompieron el silencio y abrieron fuego contra la fortificación militar polaca de Westerplatte. ¡Daba así comienzo la Segunda Guerra Mundial!
El 7 de septiembre el comandante polaco rindió la plaza. Fueron ocho días de heroica resistencia, sin apoyo exterior alguno, al acoso alemán por tierra, mar y aire: mil doscientos soldados alemanes, cuarenta y siete aviones de la Luftwaffe, el cañoneo desde el acorazado y la artillería terrestre.
El 12 de junio de 1987 Juan Pablo II hablaba a la juventud compatriota, en esa gloriosa plaza polaca. Se refirió a ese lugar como a un símbolo elocuente de fidelidad en un momento dramático. El Papa les contaba cómo allí, en 1939, un grupo de jóvenes soldados polacos, combatiendo contra el invasor alemán que disponían de fuerzas y medios bélicos claramente superiores, afrontó la prueba suprema ofreciendo un victorioso testimonio de coraje, de perseverancia y de fidelidad. En ese marco, el Papa animó a los jóvenes que le escuchaban a comprometerse con los valores e ideales que animaron a aquellos doscientos dos soldados a luchar en esa gesta heroica. «Debéis exigiros a vosotros mismos, aunque los otros no os exijan», les decía. «Cada uno de vosotros, jóvenes, encuentra en su vida un “Westerplatte”. Unas obligaciones que debe asumir y cumplir. Una causa justa, por la que se debe combatir. Un deber, una obligación, a la que uno no puede sustraerse; de la que no es posible desertar.
Juan Pablo II refirió este encuentro en su libro ¡Levantaos! ¡Vamos! Y allí escribió la siguiente reflexión: “Los hombres han tenido siempre necesidad de modelos que imitar. Tienen necesidad de ellos sobre todo hoy, en este tiempo tan expuesto a sugestiones cambiantes y contradictorias.”
Releía esas páginas hace tres días, cuando se cumplían dos años de la marcha de Juan Pablo II a la Casa del Padre. Y daba gracias a Dios por el ejemplo, también heroico, de toda su vida. Verdaderamente, es un modelo a intentar imitar.

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