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jueves, 1 de febrero de 2007

ALTERNATIVAS AL ABORTO (1 - FEB - 2007)

He leído hace unos días este elogio a la maternidad: “Sólo una madre humana puede participar en el milagro creador de Dios. Las madres están más cerca de Dios Creador que ninguna otra criatura; Dios se alía con las madres para realizar este acto de la creación… ¿Qué hay en este mundo más glorioso que ser madre?”[1]
En dos ocasiones nos cuenta el Evangelio de San Lucas que “María guardaba todas estas cosas [, las cosas de su Hijo,] ponderándolas en su corazón”[2]. Antes pensaba que eso lo hacía la Virgen porque su Hijo era quien era: el Hijo de Dios. Pero ahora creo que no es sólo por eso. María reflexiona y aprende de su hijo sencillamente porque Ella es Madre. Como María, toda madre necesita tiempo para reflexionar, para meditar en su corazón las maravillas que Dios enseña a través de la maternidad.[3]
Esta mañana me han preguntado quién soy yo para hablar sobre la maternidad. Desde luego, ningún varón será madre jamás: digan lo que digan algunos. Tampoco ninguna mujer ha sido madre antes de su primera vez. Si ellas se atreven a SER madres sin experiencia previa, quizá yo pueda atreverme a HABLAR. Por otro lado, todos tenemos una madre a la que agradecer nuestra existencia.
Tampoco San Pablo fue madre. Y también él habló de maternidad. Y, a aquellas madres que ya han visto crecer a sus hijos, les pide que sean “maestras del bien, para que enseñen a las más jóvenes a amar […] a sus hijos”
[4].
Y pensaba en el aborto. En el gran bien que harían muchas madres si se empeñaran y asociaran para mostrar a tantas otras, desorientadas, su sabiduría maternal atesorada por años. La razón y el sentido de la maternidad juegan a nuestro favor: ninguna madre desea el aborto: ¡Cuántas hubieran agradecido una alternativa!… ¡Cuántas hubieran agradecido haber oído hablar de la aventura de dar la vida!...

[1] The Cardinal Mindszenty Foundation, P. O. Box 11321, St. Louis, MO 63105
[2] Lc 2, 19
[3] “El amor que da vida”, Kimberly Hahn. P. 183
[4] Ti 2, 4–5

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