Archivo del blog

jueves, 25 de enero de 2007

ÁNGEL DE GETSEMANÍ (25 - ENE - 2007)

Peter Pan cuenta el origen de las hadas: “Mira, Wendy, cuando el primer bebé se rió por primera vez, su risa se rompió en mil pedazos y éstos se esparcieron y ése fue el origen de las hadas.”[1] Y para salvar a Campanilla de Plata de una muerte segura, pide a todos los niños que creen en las hadas que rompan a aplaudir. Y Campanilla se salva, claro.[2]
Hace unos días comenté a un amigo mi intención de hablar en la COPE sobre los ángeles. Me contestó que creía que yo hablaba de cosas serias. Debe pensar que lo de los ángeles es algo tan fantástico como el País de Nunca Jamás.
Me sorprende que haya católicos que no creen en la existencia de los ángeles. Yo procuro tener mi relación constante con mi ángel de la guarda, que me acompaña allí donde voy. Dice el Evangelio que mi ángel contempla en todo momento el rostro de Dios.
[3] El de mi amigo también lo hace, pero él se pierde la oportunidad de hablar con su ángel de tantas cosas del cielo: ¿con quién hablará del cielo mi amigo?
Tengo otro amigo que dice que su ángel sale en el Evangelio. Cuenta San Lucas que la noche previa a la muerte de Jesús, en el huerto de los Olivos, era tal la angustia del Hombre–Dios que precisó de la compañía y consuelo de un ángel.
[4]
Ese amigo le puso nombre a su ángel. Le llamó Getsemaní: así se llama ese huerto donde Jesús tanto sufrió y donde el ángel le consoló. Y le pide a su ángel que se dedique a consolar a Dios–Hombre. Cada vez que lee el capítulo 22 de San Lucas ve a su ángel acompañando y consolando a Dios.
Más de uno pensará que el modo de proceder de mi amigo es infantil. Quizá. Lo que no sé es si eso es un argumento a favor o en contra de la fe y comportamiento de mi amigo: “Yo te alabo, Padre […] porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes, y las has revelado a los pequeños.”
[5]

[1] Peter Pan, Capítulo 3: “¡Vámonos, vámonos! J. M. Barrie
[2] Peter Pan, Capítulo 13: “¿Creéis en las hadas?” J. M. Barrie
[3] Cfr. Mt 18, 10
[4] Cfr. Lc 22, 43
[5] Mt 11, 25

No hay comentarios: