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jueves, 28 de diciembre de 2006

NORTE Y LIBERTAD (28 - DIC - 2006)

Nadie se mueve por nada. Si fuese verdad que alguien actúa sin motivo, por eso mismo ese alguien no sería libre en ese obrar suyo. “La libertad es el poder de obrar o de no obrar y de ejecutar así, por sí mismo, acciones deliberadas.” (CEC 1744) Si la acción no es deliberada, por lo mismo, tampoco es libre.
Todos estamos de acuerdo en que “la libertad es ciertamente un derecho humano irrenunciable y básico”. Quizá también haya un acuerdo mayoritario con las palabras de Juan Pablo II, cuando dice que la libertad “no se caracteriza por el poder de elegir el mal, sino por la posibilidad de hacer responsablemente el bien, reconocido y deseado como tal.” (Juan Pablo II, aloc. 6.6.1988). Quizá no estemos luego de acuerdo en qué es lo bueno y qué es lo malo; pero cuando actuamos lo hacemos porque pretendemos alcanzar algo que consideramos bueno. Nuestro obrar tiende al bien.
Todos hemos de aprender a identificar el bien y el mal. La responsabilidad de ser libres exige una buena formación. Como dice San Josemaría, “La libertad no se basta a sí misma: necesita un norte, una guía.” (Amigos de Dios, 26).
No podemos ser tan ingenuos de pensar que nosotros o nuestros hijos sabremos encontrar, sin interferencias ni influencias, nuestro propio norte. Tampoco podemos permitir que nadie nos lo imponga: tampoco a papá Estado.
Hay padres que ya han decidido defenderse frente a esta injerencia del Estado en su intento de adoctrinamiento masivo con la asignatura “Educación para la ciudadanía”. En la web www.objetamos.com hay información disponible.
No digo que haya necesariamente que objetar; pero invito a todos los padres a plantearse si van a permitir que sea el Estado quien señale a sus hijos cuál es el norte que deben seguir. Porque aún tienen que decirnos cuáles son los fundamentos ideológicos de este adoctrinamiento. Porque, como ya ha quedado dicho, quien señala la estrella Polar marca el rumbo de nuestra libertad.

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