Archivo del blog

jueves, 19 de octubre de 2006

TOLERANCIA Y DERECHOS (19 - OCT - 2006)

Se ha dicho que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar, y más difícil de explicar. Tolerante es quien respeta la diversidad; y tolerante es también quien permite el mal, aunque no lo aprueba, porque piensa que impedirlo puede llevar consigo un mal peor todavía. A esta segunda acepción me quiero referir ahora.
Acertar cuándo es conveniente ser tolerante y cuando es mejor perseguir el mal es una cuestión nada fácil y que requiere de una gran prudencia. En ocasiones lo prudente y sabio es ejercitar la tolerancia; y desde luego hay muchas cosas que no se pueden tolerar: nadie en su sano juicio las toleraría.
La tolerancia supone una actitud generosa: la persona tolerante va más allá de lo que en justicia se le podría exigir. También supone tener convicciones: para quien no las tiene, todo le es tolerable, mientras no le incomode: lo bueno y lo malo es aquello que le conviene o no le conviene.
Alguien no identificado parece que se encarga ahora de decidir qué es tolerable y qué es intolerable. No pensar y actuar al dictado de este criterio se ha convertido en un pecado del nuevo decálogo de la doctrina de la “Educación para la Ciudadanía”.
Antaño, una determinada conducta se consideraba nociva, contraria al bien común. En aras de la tolerancia quedo despenalizada, admitida como mal menor. Ahora esa conducta se ve convertida en dogma y queda incluida en el catecismo de lo políticamente correcto; ya no se habla de tolerarla: ahora debe ser aceptada como un derecho legítimamente adquirido.
Todo ello se lleva implacablemente a cabo en un contexto de dictadura del relativismo. De la afirmación de que no cabe nunca imponer por la fuerza las propias convicciones se pasa a decir que todo debe ser tolerado. Parece que lo único verdaderamente intolerable es que alguien se atreva a expresar con libertad su propio código moral.

No hay comentarios: