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jueves, 23 de noviembre de 2006

LA ESENCIA DE LA VIDA (23 - NOV - 2006)

Cuenta el Génesis como “Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. E hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.” (Gen 2, 8–9)
Quien conoce la Historia Sagrada, sabe que Dios, luego, “impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.»” (Gen 2, 16–17)
Y el primer hombre, Adán y la primera mujer, Eva, inducidos por el engaño de la serpiente, comieron de ése árbol. Fue el primer acto de desobediencia y rebeldía de la humanidad contra su Creador. Y Dios echó al hombre del Jardín del Edén. Así sigue explicándolo el Génesis: “Y dijo Yahveh Dios: «cuidado, no alargue [el hombre] su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre.» Y le echó Yahveh Dios del jardín de Edén […]. Y puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida.” (Gen 3, 22–24)
Ahora muchos buscan desentrañar la esencia de la vida. Es una investigación importantísima, a la que vale la pena dedicar tantos esfuerzos. Pero no se debe abordar sin respetar la intrínseca dignidad del sujeto sobre el que se investiga. Pienso que sólo quienes sepan respetar la dignidad del hombre llegarán con seguridad a la esencia de la vida.
Y me gusta leer lo que decía el Cardenal Ratzinger en su libro “Dios y el Mundo”: “Ignoramos lo que sucederá en el futuro en este ámbito, pero de una cosa estamos convencidos: Dios se opondrá al último desafuero, a la última autodestrucción impía de la persona. Se opondrá a la cría de esclavos, que denigra al ser humano. Existen fronteras últimas que no debemos traspasar sin convertirnos personalmente en destructores de la creación, superando de ese modo con creces el pecado original y sus consecuencias negativas”.

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